miércoles, 31 de diciembre de 2014

ALGUNAS RAZONES PREVIAS

Antes de nada, decir que hay diversas razones por las que no creo que sea erróneo analizar las distintas personalidades de la gente. Es evidente que estarán los que digan "yo soy único". Y nadie puede discutir este hecho. Desafortunadamente, mucha gente tiene problemas para detectar las cosas que se contraponen, y ser único no está en absoluto reñido con tener una personalidad clasificada y estudiada. Prueba de la afición a la superstición reinante es que la gente se presta menos a estudios estadistico-científicos sobre la personalidad que al azar astrológico del horóscopo. Al parecer, los fenómenos adivinatorios son más atractivos y, ciertamente, a esta teoría se le suele tratar como tal. Es decir, como un fenómeno adivinatorio del señor Jung, sin prestar la más mínima atención a la teoría que se encuentra detrás.

Creo que uno no es solo su personalidad, y no solo no es su personalidad sino que lo que somos, permanece abierto, porque lo que somos depende de lo que hagamos y cómo nos afecten sus consecuencias, y así sucesivamente. Lo que somos tiene demasiados factores como para ser reducidos a la personalidad, yo solo pretendo hablar de una parte susceptible de ser estudiada y que mayoritariamente tenemos en común ¿tan malo es?

La personalidad son patrones regulares de pensamiento tanto consciente como inconsciente, formas perceptivas, carácter y temperamento, que derivan en una conducta cotejable con otras pautas mentales similares. Esto es, todos tenemos una personalidad probablemente coincidente en algún grado con otras, que posibilita su agrupación. Desde luego, no sé lo que vendrá en wikipedia ni otros lugares, en estos casos suele venir un erudito con su bagaje de lecturas a increpar mi definición con argumentos de autoridad, pero no pasa nada, puede venir.

Por último, dejo el siguiente pensamiento cuyos principios ya aunció Aristóteles: uno no puede dejar de ser quien es. Puede cambiar, pero un cambio siempre exige la permanencia de una parte. De otro modo no habría cambio, sino reemplazo. De tal modo que siempre se puede ser consciente del cambio de uno mismo y controlarlo. La personalidad puede cambiar, pero nosotros no. Si pudiéramos dejar de ser nosotros mismos, no cambiaríamos, ¡seríamos reemplazados.!

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