Las funciones intuitivas que existen son la Intuición Introvertida (II) y la Intuición Extravertida (IE). Las funciones intuitivas se han hecho ver como mucho más complicadas de lo que son en realidad. Quizá sean interesantes a nivel conceptual, pero la intuición en términos de funciones cognitivas es algo que todo el mundo practica con regularidad todos los días.
La intuición en general se trata de una función de percepción, al igual que la sensación. Esto quiere decir que el cometido principal de la intuición es la percepción de la realidad de una manera particular. La implicación de esto es que la intuición no toma decisiones, no quiere hacer ni una cosa ni otra, simplemente percibe de cierta manera.
¿Y qué manera es esa? Una manera general. La intuición intenta ver el cuadro completo de las cosas y no los detalles. Para ver las cosas de forma general, es necesario entender que la percepción va a ser conceptual, pues la intuición irá en búsqueda de la o las características que más definan la totalidad de lo que percibe. A través de esas pequeñas pinceladas en su percepción, todo otro detalle se deduce. Los detalles se sacan a partir de las conexiones entre las impresiones de brocha gorda. Todo ello confiere a la intuición su carácter propiamente “intuitivo”, especulativo y adivinatorio.
Gracias a esa visión más conceptual y abstracta, la intuición conforma así su percepción a base de conjeturas y saltos perceptivos, pues no rastrea la continuidad de los detalles. En este sentido, los detalles no son más que lo que hay entre dos islas conceptuales que se interconectan. Esos detalles son cambiables, son atributos, y no alterarían en absoluto la esencia de lo percibido.
Por poner un ejemplo sencillo y quizá un poco llevado al absurdo: pensemos en una gorra con visera de color rojo de marca Ralph Lauren. Los detalles descritos y muchos más, como pueda ser el material de la gorra, su desgaste su tono de rojo, etc., serán los captados por alguien sensorial. Para un intuitivo quizá lo esencial es que se trata de una gorra con visera, y todo otro detalle sea intercambiable. Por supuesto, tanto para un sensorial como para un intuitivo, el nivel de generalización o especificidad variará dependiendo de un gran conjunto de variables, tanto contextuales como personales.
Es posible que para otro intuitivo el nivel de generalización sea tan alto como “objeto que cubre la cabeza”, y en ello entren una gorra, pero también, un sombrero, un gorro de piscina o incluso un paraguas si, por ejemplo, estuviéramos en un contexto en el que lo relevante es cubrirse del sol. En un contexto como ese, los puntos de conexión serían “sol” y “cubrirse de él”, y todo detalle que se interponga queda subordinado a dicha conexión.
¿Y cuáles son estas otras formas en que se manifiesta la intuición? Allí es donde entra la percepción de posibilidades o predicción del futuro. Todo ello siempre parte de siempre de que los detalles y lo perceptivo son lo aparente y sirven únicamente como punto de apoyo para saber realmente lo que esta pasando. Y lo que está pasando “realmente” es siempre conceptual y no se limita a lo sensorial, al hecho concreto.
Si lo pensamos bien, tanto la percepción de las posibilidades (que se asocia con la IE) como la predicción del futuro (que se asocia con la II) son percepciones conceptuales en las que lo previamente de carácter sensorial podría encajar. No es más que preguntarse en que marco abstracto podrían encajar los hechos de los que soy testigo.
Si suponemos que nuestro amigo Raúl acaba de tener un golpe con el coche, este podría ser un hecho que desde la IE se sucederían una gran cantidad de posibilidades. Raúl podría estar borracho, podría haberse distraído con el móvil, conducido con sueño, un fallo técnico del coche, un bache en la carretera, culpa de otro conductor, el sol le deslumbró, falta de señalización en la carretera, problemas personales le distrajeron, conducía lesionado, etc. Como veis, en un ejercicio de brainstorming como este, lo que ha pasado para el intuitivo extrovertido no es que Raúl allá tenido un accidente, sino que el accidente no es más que una prueba para saber lo que “realmente ha pasado”. Cuando la IE de la persona es muy alta, es posible que el proceso de generación de posibilidades sea tan enriquecedor como para ni siquiera estar interesado en buscar la respuesta real.
Si colocamos este mismo ejemplo en un II, la anticipación hubiera sido lo principal. Por lo que quizá se hubiera fijado en que el padre de Raúl está grave en el hospital, ha pasado la noche allí y ha dormido poco, está pendiente del móvil por si hay alguna novedad sobre su padre y la señalización de la carretera por la que transitaba era poca. La Intuición Introvertida podría haber cogido todos estos hechos en un paquete y haber intentado predecir el accidente. Nótese que la II es general y conceptual y, por lo tanto, hubiera conceptualizado generalmente tanto las pruebas como su predicción en algo como: “no llevas una vida muy saludable en estos momentos, tienes responsabilidades y no estas centrado para cumplir con ellas, si no tienes ayuda te va acabar ocurriendo una desgracia”. La intuición dice algo como “si esto sigue así, te va a ocurrir algo malo en algún punto de tu vida.
En este caso, vemos que la convergencia de la intuición introvertida lleva a la posibilidad más probable, mientras que la IE busca la originalidad de las posibilidades que quizá a nadie se la hayan ocurrido.