Para los INFP las emociones son una forma de auto-conocimiento, utilizan las emociones para conocerse y se eligen, eligen entre su parte buena o parte mala en cada caso. Eligen quiénes van a expresar que son. En el caso de los INFJ, sus emociones sirven para expresar su visión de las cosas, sirven para organizar el mundo en el que viven y establecer prioridades en un plano organizativo. Esto hace que las emociones los INFJ no sean tan espontáneas como las de los INFP. Los INFP no siempre encuentran la necesidad de llevarse bien con los demás si tienen un conflicto interno, no quieren hacer nada por lo cual no se sientan motivados. Sin embargo, los INFJ difícilmente van a romper la armonía externa con los demás por muchos demonios internos que tengan. Las emociones están al servicio de la armonía y no tan centradas en el estado actual de su yo.
Esto afecta también a la manera de socializar con los demás. Probablemente los INFJ van a tener una gran red de contactos. La manera en que los INFJ es a través de un sentimiento de empatía que les conecta con los demás "humanamente". Los INFJ encuentran lo que tienen en común con los demás y consiguen generar instantáneamente un sentimiento de confianza que hace que los demás les abran las puertas sin pensarlo dos veces. Simplemente saben conectar con los demás y moverse en la misma "onda". En el caso de los INFP, la experiencia es más individualizada, aunque es más probable que los contactos de los INFJ sean más numerosos que los del INFP, esto no es necesariamente así, pues como remarcamos antes, los INFP pueden encontrar algo auténtico y agradable en cualquier persona. Ello es independiente en gran medida y hasta cierto punto, de los defectos de las personas en cuestión, se trata simplemente de sinceridad y autenticidad, de modo que los INFP puedan encontrarse cómodos explorando las emociones de esa persona y las singularidades que la hacen única.
Ambos tipos son bastante reflexivos por lo general, pero de nuevo, la manera de expresar esto es diferente para ambos tipos. Los INFP consultan consigo mismos para saber cuál es la decisión adecuada en cada situación. Respetan y toman muy en serio ese proceso, sin importar las consecuencias, pues lo que buscan es hacer lo correcto. Para los INFJ sin embargo, como hemos dicho antes, lo importante es que los sentimientos sirvan a un buen fin, y ese fin por lo general son los demás. Los INFJ toman sus decisiones de manera más calculada (no en el mal sentido), teniendo en cuenta como va a impactar en su visión, en los objetivos que tienen y en las personas que les resultan importantes.
Tocando un último aspecto, podría ser el liderazgo, el cual tiene diferente impacto en ambos tipos. Los INFJ no suelen ser reacios a ostentar posiciones de liderazgo, pero tampoco suele estar entre sus ambiciones. Los INFJ suelen ser elegidos por los demás para liderar los proyectos que sean en cada caso. Los demás ven en ellos a alguien ideal por sus capacidades organizativas y su capacidad de dedicación y trabajo como la persona adecuada para liderar. Los INFP sin embargo, tienden a sentirse menos cómodos dando instrucciones a los demás, aunque sí ayudando. Los INFP creen que cada uno sabe o debería saber lo que tiene que hacer, y que por lo tanto ellos no tienen que decírselo ni andar detrás de ellos para que lo hagan. Por otro lado, los INFP tienden a no querer ser demasiado destacados en el mejor de los casos, y en el peor, quieren pasar totalmente desapercibidos, aunque eso no significa que no quieran que se valoren sus méritos. También hay que tener en cuenta que los INFP no creen en un orden que valga para todos por igual, luego no creen que tengan que imponerle a nadie su propio orden.
Por supuesto que hay muchas más diferencias, sobre las cuales se podrá abundar más adelante o en los comentarios en caso de que sea necesario.