La intuición extrovertida gusta de hacer
conexiones rápidas y originales. La intuición extravertida hace a los sujetos
que la utilizan peculiares e inteligentes, porque consiste, en gran medida, en
alterar el curso normal de las percepciones que existen sobre las cosas. Las
personas que utilizan la intuición extravertida buscan la originalidad y la
ingeniosidad, creando cosas no vistas ni escuchadas antes, lo cual produce a su
vez que se aburran fácilmente con la naturaleza monótona del día a día. No les interesan
los objetos en sí mismos, sino sus posibilidades y conexiones, les gusta los
variado, lo mezclado, la miscelánea y lo ecléctico. Las maneras alternativas de
hacer las cosas, salirse del patrón para crear uno único y nuevo, enriquecer
las posibilidades de una idea, situación o persona es lo que más les hace
disfrutar.
No son crédulos por lo general, porque en
parte, muchas de las ideas y situaciones que les son presentadas les parecen
bastante limitadas y tradicionales, y por otra parte, se sienten tentados a
explorar el otro lado de la idea, llevándoles, como todos sabemos, en numerosas
ocasiones, a hacer de abogado del diablo. Deben agotar las posibilidades de la
idea, aunque sospechen que no se trata de una idea viable desde el principio.
No les gusta la planificación, sino la espontaneidad y la libertad para
explorar. Observan perspectivas que no resultan obvias para los demás, y solo
respetan a la autoridad competente, a aquella por la que no se ven tentados a
desafiarla.
Pueden sentirse excluidos o marginados por
sus ideas cuando profundizan mucho en dicho proceso intuitivo. El dinero puede
ser un gran enemigo de esta función cognitiva si las posibilidades de gastarlo
se incrementan notablemente. Son amigos de los retos y de los desafíos, y a veces
un buen reto es la única manera de despertar su competencia. Cuestionan la
sociedad, la religión, y otros valores, lo cual puede granjearles una fama de
disruptores e irreverentes. Su capacidad para el desafío puede inclinarles
hacia a lo prohibido con cierta facilidad y ganarse una reputación de rebeldía.
Les disgustan reglas y procedimientos excesivamente rígidos. Su afición por las
posibilidades puede hacerles indecisos a la hora de cerrar un proceso decisorio
que descarte las demás posibilidades.
Las personas que disfrutan de esta función
cognitiva, al ser preguntados por una cuestión de su interés, es posible que
contesten de manera no concluyente, es decir, no cerrando la cuestión a través
de una conclusión, sino más bien expandiendo la cuestión y aumentando sus
posibilidades y aportando ideas que mantengan la charla en cierto grado de
interés. Hacen preguntas que reflejan combinaciones inusuales que no habían
sido percibidas ni apreciadas antes